Acapulco y Otis meses después

Una mirada poco atenta podrá pensar que pasó menos de lo que dijeron. Unos ojos exagerados dirán que no se ha avanzado nada. Los que queremos a Acapulco sabemos en su justa dimension que el puerto se destruyó y que meses después se han hecho enormes esfuerzos por ponerle de pie. Falta tanto, pero gracias a la belleza del puerto parece que pasó menos.

El azul brillante del mar se contrasta con el cielo dando un reflejo que se pinta de dorados de sol. Aunque las palmeras están despeluchadas, muchas siguen de pie y con ganas de retoñar. El aire de Otis arrasó con cuanto vidrio encontró a su paso y esos huecos siguen en casi todos lados. Lo efímero, lo inmediato, lo frágil voló.

La mirada más fina logra ver el desastre. Sigue habiendo casas destruidas, puertas que se vinieron abajo, carros que quedaron aplastados, cables en el suelo, escombros. Sí, aunque ya pasaron meses, aún se pueden ver las huellas de la destrucción.

Pero, también se ve el yate Fiesta cruzando la Bahía de Santa Lucía, los parachuttes se elevan por los aires a la orilla de la playa, hay pocos turistas, es verdad, pero los que hay se divierten toda la noche y se asolean durante el día. Esa alma acapulqueña no se extingue, es permanente.

Caminar por las calles por las que he caminado por años me da perspectiva. Hay tanto por hacer y se ha hecho mucho. Hay daños que se están reparando y otros que ya se van a quedar así. Se ve.

Me sorprendió ver en la cúpula de la casa de mi vecina una cruz chueca. Me recordó la corona del rey San Wenceslao. Llevaba puesta la corona a una de las batallas, un soldado enemigo le dio un espadazo en la cabeza y la cruz de su corona impidió su muerte. Quedó ladeada después del trancazo. Como signo, el rey jamás reparó la corona, dejó la cruz chueca. Ese fue su signo de identidad.

Tal vez, ese sea el signo de la casa de mi vecina. Una cruz chueca sobre la cúpula que protegió su casa.

La política y el buen gusto

Da la impresión de que, en nuestros días, la política y el buen gusto no tienen un eslabón de unión. Es triste. Resulta casi imposible imaginar a un político en el que no haya nada impostado en el discurso, en quien no haya algo que suene falso o hueco, que vaya de frente con respuestas serias, meditadas y exactas. Sería todo un acontecimiento dar con esa aguja en el pajar. Pasa en México y en todos lados.

Ya lo dijo con tanta razón el gran filósofo Cantinflas: “Qué lindo sería toparnos con un político que busca soluciones”. Pero no se le ve en el escenario. Hoy, la grandeza es acontecimiento. Todos reclaman un puesto especial en el ámbito público, se quejan de que no se le escuche, pero no toman en cuenta de que las ideas que proponen más que ver por el bien común, caen en el lugar común. Se miran el ombligo y actúan con gran prepotencia.

La noción de desencanto como salvación del cinismo se extiende por el mundo. Tampoco es novedad. Figuras de la talla de Teodoro W. Adorno, Lukács y Bloch denunciaron en su momento la falta de buen gusto de los políticos. El buen gusto de un político no tiene que ver con linajes, sabanas de seda, sino que es más bien un destello de conciencia. El legendario personaje cervantino Sancho Panza se distingue por ese buen gusto a pesar de ser un hombre sencillo. Busca el amor a la verdad y a la vida. La gentileza entiende la diferencia entre los ideales y las cosas, en la frustrada correspondencia entre la universalidad postulada por la idea y la miseria de lo real que la desmiente. No se ven esas cualidades entre los postulantes a ocupar nuestros puestos de representación popular.

Entre la política y el buen gusto está la estatura del político. Es la brecha de la persona que está dispuesta a vivir a la altura de las circunstancias y el que se detiene ante el mal gusto de ser un predicador de púlpito que arroba a sus fanáticos e irrita a quienes buscan soluciones y no encuentran más que displicencia. La ordinariez se refleja en esas formas imperiales que revelan ciclos de catástrofes e infortunios: critican al que está en el poder, pero cuando ya lo detentan, en vez de asumir y resolver desdeñan al que presenta problemas que exigen soluciones y dan resultados deficientes.

La única medida de sabiduría con la que un político debiera empezar sus propuestas es sustentada en el buen gusto. El escritor croata Miroslav Krleza escribió en 1939: “La falta de buen gusto es falta de sabiduría. Un político con buen gusto no es mentiroso, corrupto ni desperdicia palabras. Es recto, consistente y coherente”.  En fin, se trata de estatura, de grandeza. Sus palabras resuenan por su vigencia en nuestros días.

Tal vez, nos hacen falta mejores ejemplos. Pienso en Winston Churcill, un verdadero hombre de estado que logró unir a los británicos y los puso en la palma de la mano. Despertó en ellos el espíritu patriótico que necesitaban para enfrentar a Hitler. Fue una persona que entendió la importancia de unir esfuerzos, de convocar a su gente en torno a un objetivo común, en vez de optar por las divisiones y la erosión del tejido social.

Sé que muchos lo califican de un megalómano. Pero, tuvo la grandeza de “En el curso de mi vida, a menudo me he tenido que comer mis palabras, pero debo confesar que es una dieta sana”, escribió Churchill en sus memorias. Era un hombre que tuvo altura de miras y supo evaluar las circunstancias en medio de conflictos tan catastróficos como las grandes guerras. También dijo: “Cuando tienes que matar a un hombre, no cuesta nada ser educado”. Sé que el buen gusto puede parecer una frivolidad. Pero, estoy segura de que el gusto tiene una dimensión más moral que estética. Efectivamente, en la experiencia el fenómeno del gusto es la capacidad de discernir unas cosas respecto de otras, de hacer distinciones que rebasan con mucho la mera dimensión estética, y nos instalan en las dimensiones ética y política de la vida humana.

                  No estaría nada mal empezar a exigir un poco de buen gusto y menos vulgaridad. No es un tema superficial, me temo que es todo lo contrario. Vean y verán.

Ven, asómate a ver lo que estoy pensando...
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Escribir no es como tomar una foto, es más bien como pintar

Quiero vivir una vida larga dedicada vicariamente a la lectura de relatos, cuentos, novelas y a escribirlas. Mi mejor intención es llegar crear y descubrir pretextos literarios que caigan sobre la hoja en blanco como una lluvia de ideas que se escuchen tamborileando y que queden impresas en el papel secante para que, a su tiempo, resuenen en la mente de un lector. Mejor, si son muchos lectores.

            Me gustaría que quien se asomase a mis textos pueda imaginarme sentada tranquilamente en mi biblioteca circular que está en el torreón que es el punto más alto de la casa. Me encantaría imaginar que se asoma por la ventana ojival y observa la forma en la que me dedico a planear quince o veinte modos en los que los personajes se pondrán en juego y decidir sobre sus pasos, motivos, sensaciones y sentimientos.

            Qué lindo es que este curioso, entre por los entresijos de los que destilan aromas de los entornos ficcionales, de las texturas que habrán de pisar los protagonistas o sentir los personajes secundarios o circunstanciales. En una de esas, podrán advertir las molestias y complicaciones que experimentan estos seres imaginarios.

            Sería como darle entrada al taller de los gnomos remendones, de los portafortunas barbados que trabajan afanosamente para lograr el producto final. Compartirá mis sospechas, abrazará mis dudas y tal vez, se fije en alguna de mis distracciones y eso le sirva para escribir, a su vez, otro mundo, otro entorno, otra trama.

            Me daría tanto gusto que descubriera que el arte verdadero de la escritura consiste en colocar cosas que se puedan y se deban entender. Se trata de una realidad profunda que trasciende las letras y que sólo las personas que pueden y quieren seguir esa luz, la persigan. Escribir no se trata de hacer una foto sino de pintar un cuadro.

            Pintar un cuadro requiere tiempo y paciencia, perseverancia para llegar a conseguir la obra. Una fotografía, incluso aquellas que se arreglan para ser captadas, dura lo que un dedo se apoya en un botón, se presiona, abre y cierra el obturador y ¡listo! El fotógrafo puede aprovechar el momento único de la oportunidad. Ni el pintor ni el escritor tienen esa ocasión. Es posible que se topen por casualidad con algún tema, pero deben dedicar tiempo para seguir la pista que los lleve a construir algo más grande.

            Nadie puede seguir una pista en la niebla ni puede emocionarse siquiera con algo que es meramente informe. Se trata de encontrar sentido en la escritura. Se trata de emocionar. Se trata de arrebatar de las horribles garras del aburrimiento a quienes aspiran a sentir.

            El escritor es una especie de agente que lucha, según G.K. Chesterton, contra la Medusa Magenta, contra la Sociedad Secreta del aburrimiento porque no amanece la vida, contra aquellas figuras grises que contagian la sensación de que nuestros días son leves y vulgares.

            Y, un escritor tendrá ese ojo para observar en una pintura, como los reyes aparecen como figuras centrales en una escena familiar y en la esquina superior, aparecerá un aya; se interesará en ella y le producirá una historia. Alguien que sea empujado por el corazón —para amar u odiar— a través de un personaje, ha aceptado su marca de Caín y ha dejado que en su espíritu florezca la semilla que sembraron de lo alto.

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Los ecos del «Corrido Tumbado»

Pocos saben quién es Hassan Emilio Kabande Laija. Se trata de un fenómeno musical cuyos éxitos se escuchan en todos lados: “Ella Baila Sola”, «Por las noches». Se trata de Peso Pluma, un cantante y compositor mexicano que acumuló cerca de ciento dos millones de reproducciones en streaming, lo que lo posiciona como uno de los álbumes regionales más escuchados. Así como él, hay otros cantantes que han explotado el subgénero de los corridos tumbados y han generado un furor que me resulta difícil de entender. Su música se especializa en ritmos similares al reguetón y trap latino.​​ Su fama internacional comenzó en 2022 y ha crecido con efervescencia.

Me cuesta trabajo entender el éxito que han tenido personajes como Peso Pluma y la popularidad que ha ganado en cierto sector de la población. De hecho, al ver su foto por primera vez, me imaginé que me toparía con alguien totalmente diferente. Me sorprende lo efectivo que es en términos de comunicación y de contacto con su mercado objetivo. Su música les gusta a los más jóvenes. Si bien, su propuesta musical no es nueva, sí lo es la manera en que han ganado popularidad en distintos grupos sociales, lo cual, constituye una preocupación sobre el aplastante triunfo a nivel mundial que ha tenido. El tema es que estos exponentes del corrido tumbado conectan con la gente joven.

Estas canciones encabezan las listas de éxitos y han catapultado al género del regional mexicano como el nuevo fenómeno musical. No sé qué y por qué gustan, no lo entiendo. Las letras se caracterizan por hablar de sexo, drogas y violencia y por enaltecer el narcotráfico y la forma de vida de los narcotraficantes. Más allá del escándalo, de las diferencias de edades entre quienes los critican y sus fanáticos, de que se trate de una expresión de rebeldía —eso ha pasado en todas las generaciones desde que la Tierra es redonda—, me sorprende cómo las personas se encienden y aplauden a quienes elogian conductas criminales que tienen sometido al mundo a prácticas que causan dolor.

Lo sorprendente es que las mismas personas que andan cantando esas canciones son las que se manifiestan contra la falta de equidad, la injusticia, la violencia, la prepotencia, el maltrato, los feminicidios, la discriminación. Es verdaderamente de no entenderse como muchos de los que con argumentos defienden los derechos humanos, sin mucha reflexión andan tarareando corridos tumbados. No lo entiendo.

Hablar de riqueza, de las alhajas, el poder y prepotencia es fantasear y elevar a deseable una realidad que genera muerte, abuso, lágrimas y dolor. Eso ya se ha dicho. Lo que me sorprende sobremanera, es ver a jóvenes feministas cantando y coreando estas letras en las que se ofende a la mujer y se le dibuja como un objeto. Me pone la piel chinita ver como jovencitos que están despertando a la pubertad van a los conciertos a escuchar fórmulas de criminalidad. Me pone los pelos de punta enterarme de como padres de adolescentes menores de edad llevan a sus hijos a aplaudir estas conductas. No sé, me temo que no es una cuestión generacional, es un tema de incongruencia.

El narcomenudeo, el feminicidio, el consumo de drogas, el negocio del crimen organizado no son temas que se puedan tratar con frivolidad. Entiendo que los ecos del Corrido Tumbado resuenan en el planeta. Sé que el arte es subjetivo y que busca conmover, esta música lo hace, pero no estoy segura de que se le pueda elevar al nivel de belleza. No sé, los ecos del corrido tumbado van más allá del perímetro del entretenimiento. Son un reflejo de la cultura y son seña de identidad.

Y, si bien muchos de los conciertos de este género se han cancelado por cuestiones de seguridad, también está la libertad de expresión. Más allá de si me gusta o no, lo cual sería irrelevante, simplemente no lo entiendo.

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La era de la frivolidad

Algunas veces, cuando mantengo conversaciones conmigo misma, en la soledad de la noche, en el ruido del tráfico mientras manejo en la ciudad, cuando voy caminando en silencio, pienso en las diversas formas en que la frivolidad ha atacado a la Humanidad. Vivimos en una era de frivolidad, pero la de hoy es distinta.

Digo que esta frivolidad es distinta porque busca la inmediatez. Pero, sería muy injusto decir que ahora somos mas frívolos que antes. No creo. Más bien, pienso que a lo largo de la Historia, la frivolidad ha ido tomando diversas formas. Es un rasgo muy maleable. Un tipo de frivolidad da a luz a la otra cuando su brillo se empieza a extinguir.

La frivolidad es una fuerza como la gravitación, una energía como la electricidad, un flujo como el agua. Tiene, da fuerza, y se transforma. Es una enamorada de sí misma y su amor no tiene límites, Se presenta en forma democrática por igual en oficios, profesiones, mujeres, hombres, en riqueza o pobreza, sin mirar títulos o rangos.

La frivolidad se decora con cadenas gruesas y brillantes, usa sombrero de copa y se autoaclama y no pierde la oportunidad de exhibir belleza, riqueza, pureza, y todas las “ezas” que por fala de profundidad no sabe denominar como virtudes.

El brillo de la frivolidad resplandece y encandila. Puede cegar. No obstante, es fácil de detectar. Con un poco de paciencia se nota la artificialidad de su sustento. En el perímetro de la razón, un observador, ni siquiera tan aventurero ni avezado, se da cuenta.

Por eso, a veces, cuando voy conversando conmigo misma, pienso en las diferentes formas de frivolidad, en la virulencia que la inmediatez le imprime y en los estragos que nos deja.

¿Dónde está la gente buena?

A veces, quisiera ver cortito. Fijar la mirada en mi entorno más próximo, sonreír y ya. Asomarse a la ventana para ver lo que está pasando nos pone los nervios de punta. El mundo se agitó y anda de cabeza. Gaza, Ucrania, Ecuador, son los que llaman la atención con mayor potencia, pero casi en cualquier esquina del planeta el miedo camina a sus anchas.

Las madres sentimos que la piel se nos pone de gallina al pensar en nuestros hijos, peor si son nuestras hijas. La maldad se desborda y parece incontenible. La gravedad del problema efervesce ante la frivolidad de quienes están a cargo de resolverlos.

Migración, narco tráfico, armas, hambre, enfermedad, robo, tráfico de personas, asesinatos se derrama como leche en ebullición incontenible. ¿Dónde está la gente buena? Hay mucha, médicos curando, enfermeras cuidando, pasteleros horneando, cocineros alimentando, comunicadores informando. Y, puede ser que cada uno mientras está en el ejercicio de su oficio encuentre plenitud y alegría. Pero, al encender la radio, al leer el periódico, temblamos frente a la realidad.

Por eso, hay veces que uno quisiera ver cortito.

¿Quieres publicar?

Estoy editando el número 48 de Pretextos literarios por escrito. Es la edición que estará circulando en marzo. Mi intención es que sea un homenaje a la mujer, que ese ejemplar sea un canal de comunicación para hablar, contar, hacer visible la situación que vivimos en el mundo en el que estamos.

La convocatoria es para todas las personas, a personas de todos los géneros, edades, razas, filiaciones religiosas. Es por ello que recibimos cuento, poesía, narraciones, imágenes, fotografías, viñetas que hagan manifestaciones en torno a lo femenino.

Más allá de plantearlo como un bastión de lucha y enfrentamiento, el propósito es servir de eslabón. Se trata de que todas las visiones convivan en un espacio de respeto en el que el arte sostenga los argumentos.

Puedes enviarnos tus propuestas al correo contacto@porescrito.org De ahí se seleccionarán las mejores para pasarlas a la mesa de arbitraje de la revista y poderlas publicar en Pretextos literarios por escrito. Nuestra intención es atrapar lectores y escritores para nunca dejarlos ir.

Queremos elevar la voz, lanzar mensajes que nos ayuden a comunicarnos, a comprender, a hacer visible, a abrazar. Si quieres publicar, mándanos tu propuesta.

El show debe continuar, no importa quién no aparezca

Es más, el show va a continuar independientemente de quién aparezca. La decisión no es si vamos a seguir adelante, esa ya se tomó. La actividad no para. Lo que debemos de reflexionar es en torno a este hecho.

Ahora sí, para la mayoría de los seres humanos, se acabaron las vacaciones. Las escuelas abren sus puertas, las aulas universitarias están dispuestas, la gente vuelve a trabajar y las actividades retoman sus rumbos. Y sí, hay quienes escuchen el despertador y sientan ese entusiasmo por volver. Otros, en cambio, se arrebujaran entre las cobijas y le pedirán al despertador cinco minutos de sueño. El show debe continuar, no importa quién no aparezca.

En la mente de cada uno de nosotros está la actitud con la que vamos a enfrentar lo que viene y la participación que queremos tener dentro del show. Cualquier respuesta es adecuada. Habrá quienes prefieran un papel periférico, o elijan un personaje secundario. Tendrán una participación más cómoda, menos demandante y corren el riesgo de ser desplazados o sustituidos con facilidad.

Los que elijan un papel protagónico tendrán un mayor desgaste, se les exigirá un compromiso más alto y en contraposición habrá algo más de estabilidad, de brillo y de exposición. Todos los papeles tiene sus ventajas y desventajas, todos pagamos nuestro ticket.

Es importante entender, si somos estudiantes, profesores, emprendedores, ejecutivos, cómo nos sentimos de retomar nuestra actividad. El show debe continuar, continuará, no importa quién aparezca o no.

Los extraños aspectos de la civilización y el progreso

El triunfo del método científico ha devenido en progreso. Eso nos dicen. Progresar es avanzar, es mejorar. Se trata de experimentar un desarrollo continuo tanto en lo personal como en lo social. En ese sentido, si el progreso es individual y no se extiende a nivel de la sociedad, hay una especie de regreso de freno que no permite que el avance se potencie en todas sus posibilidades. Uno de los extraños aspectos de la civilización y el progreso es el hecho de que lo individual se ha de complementar con el entorno, si no, estaremos en una situación fallida.

Una persona súper culta en un ambiente ignorante se va aislando, se enconcha e inhibe su propio crecimiento. Un ser feliz en un ambiente de tristeza termina deprimido. Somos seres sociales antes que racionales. No obstante, en estos extraños aspectos de la civilización y el progreso nos hemos olvidado de la importancia que tiene la convivencia con otros seres de nuestra especie.

Las grandes ventajas del trabajo en casa han traído un costo alto de pagar: la soledad. Hay personas que durante días no salen de casa pudiendo hacerlo. Trabajan desde la sala de su casa, en la mesa del comedor o acostados en cama. No se quitan la pijama. Piden lo que les haga falta por internet. No tienen necesidad de entrar al mundo real porque desde el virtual pueden resolver todo.

Si progresar es avanzar, si el desarrollo nos está generando tanta soledad para las nuevas generaciones, es difícil entender que eso sea denominado como progreso. El coworking nos permite brincar de un lado al otro del mundo, pero no nos da oportunidad de echar raíces. Lo mis o trabajo aquí que allá, estar en un lugar que el otro. La interacción de empresas con sus usuarios a través de bots nos resuelve poco y entrar en contacto con un ser humano que le de seguimiento a tus quejas es punto menos que imposible.

La vida en comunidad está cambiando. Si no tenemos cuidado, nos puede llevar al aislamiento. La soledad es un pago excesivo para una vida que nos cuentan va en progreso. Veo a muchos repitiendo como periquitos programados las ventajas de esta vida civilizada. También, los veo tristes.

Si el progreso es un avance, habrá que cuidar nuestra vida social, el bienestar propio y el del entorno. Aislarse no parece ir en la dirección del desarrollo, me parece.

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Reflexiones sobre CHAT GPT

Quiero hacer una confesión: no entiendo mucho la emoción alrededor de la inteligencia artificial. Creí que sería un bicho raro, pero parece que ya somos muchos los que sentimos esta duda sobre el tema. Entre las profecías apocalípticas y las loas a favor de la inteligencia artificial, hay ciertas reflexiones sobre Chat GPT que merecen sinceridad.

Me temo que entre lo que se dice y lo que hay, existe un gran vacío. Tal vez sea mi falta de conocimiento o puede ser que nos hayan vendido mucho aire, No sé, siento que hay mucho ruido y pocas nueces.

Al igual que muchas otras personas, probé ChatGPT después de su lanzamiento. Leí la entrevista que le hicieron a Noam Chomsky y las reflexiones sobre Chat GPT que hizo después de una conversación que tuvo con el programa y claro que tuve curiosidad. Lo usé y lo he usado.

Pero a un año y poco más de estar conviviendo con la aplicación, he estado mayormente decepcionada. Mi decepción viene por dos vías, una por Chat GPT en sí mismo y dos por la forma en que las personas lo aplauden sin detenerse a pensar.

Al hacer reflexiones sobre Chat GPT, he podido concluir varias cosas.Cuando le he pedido que analice un conjunto de datos, sus respuestas han incluido errores. Hay muchos estudiantes que copian y pegan sin verificar la veracidad de lo que dice la aplicación. Cuando pregunto sobre eventos históricos, la información no es mucho mejor que la que se encuentra en Wikipedia y si se compara con Google Académico la brecha es enorme. Cuando pregunto sobre eventos recientes, el bot me dice que no tiene acceso a datos después de enero de 2022. Es muy probable que un buscador entregue mayor y mejor información.

Sé que el entusiasmo se exacerba al ver que personajes como Elon Musk o Bill Gates se involucraron y emitieron sus opiniones en torno a sus reflexiones sobre Chat GPT. Sé que el bot está aprendiendo. No dudo que la IA eventualmente será importante. Pero gran parte de la discusión actual se siente vaga e inaccesible para los no expertos. Los resultados que muchos vitorean, no son tan maravillosos, la verdad.

Open AI, compañía madre de Chat GPT, ofrece una versión de paga para reservar vuelos, para convertirse en agentes de inteligencia artificial y, en realidad, eso ya se consigue con otras aplicaciones. Hay quienes recurren a Chat GPT para escribir con redacción decente y sin faltas de ortografía, aunque eso los correctores de los procesadores de texto ya lo daban.

No sé. Mis reflexiones sobre Chat GPT se comparten con otros que son más tímidos para expresar sus opiniones. Es una herramienta. Hay otras cosas que me dan más miedo, que me ayudan más y que me siguen sorprendendiendo.

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